A 5 días del viaje

Citando a un filósofo indio que no nombra (...) dice: “Cuando se miran dos objetos separados, se empieza a observar el espacio entre los dos objetos, y se concentra la atención en ese espacio, entonces, en ese vacío entre los dos objetos, en un momento dado se percibe la realidad”.
Me imagino que las ciudades, sobre todo cuando se las reduce a dos puntos sobre el mapa por razones prácticas, pueden representar los dos objetos, y el trayecto entre ambas representa el vacío que las separa. Desde hace una semana y media, París y Marsella, sin que necesitemos buscar círculos más o menos importantes en los mapas de rutas, sólo son los dos polos abstractos que permiten descubrir el espacio que las separa, y percibir en él (…) por una lenta y paciente
mediación en todos los sentidos, una realidad que nos hubiera sido imposible entrever sin esa eliminación, en cierto modo, de la partida y de la llegada.

Cuanto más avanzamos, mayor parece la libertad de que gozamos. Y no, de ninguna manera, porque nos estemos acercando a
Marsella. Al contrario, probablemente el hecho de habernos alejado del punto de partida y de haber perdido de vista a la vez y completamente el fin del viaje es lo que da esa calidad. Poco a poco aprendemos no sólo a mirar el espacio del que hablaba el hipotético filósofo indio, sino a serlo con todo lo que somos. Y este espacio entre los objetos, desde el momento en que la mirada los deja fuera, a un lado y otro de su campo de visión, ¿no es por definición sin límites?



Los autonautas de la cosmopista - Dunlop/Cortázar